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Puedes despertarte un día y ver las cosas desde otra perspectiva, eso puede pasarte en un estado de embriaguez elevado, o después de haber consumido una substancia nociva, pero si estás en perfectas condiciones de disfrutar del momento, aunque no sea muy agradable, puedes sacar conclusiones que ni tú misma, o mismo, esperas.
También puede ocurrirte al despertarte de una siesta, a las 18:30 de la tarde un simple jueves uno de Septiembre, y pensar... ¿Qué pasará con los dos protagonistas del libro que me acabo de leer? o ¿por qué estoy sola en casa teniendo gente con la cual quedar haciendo un día estupendo? Bueno, a ambas preguntas aún le estoy buscando respuestas. Pero creo que tengo la solución al menos de la primera: Se enamorarán, aunque él sea un pandillero agresivo y ella una rica perfeccionista. Estarán juntos, superarán las adversidades y su amor será eterno. Fin. Al fin y al cabo es otro libro más de amor entre adolescentes de un instituto en los EEUU.
La segunda pregunta es más complicada. Sé que a veces disfruto de mis momentos de soledad; leo un libro, me echo una siesta, me conecto... Pero hoy sé que es uno de esos días. Uno de esos días en que me atormenta la simple idea de coger el teléfono, de hablar con alguien, de que alguien interrumpa mi momento de perfecta soledad. Y entonces, cuando pienso en todo eso, es cuando de verdad me siento así, como ahora, SOLA. Al fin y al cabo, siempre acabo igual, sea como sea no tengo a nade a mi lado cuando más lo necesito, a ese alguien, a quien sé que puedo contarle mil cosas, que puede insultarme por hablar demasiado, pero que sé que me escucha e intenta comprenderme. Y aunque nunca lo admitiría, mi soledad me molesta porque no estás tú. Y aunque esté a una llamada de teléfono de ti, no oirás mi voz, no te voy a buscar, no voy a darte lástima contándote mis penas y aflicciones, porque yo siempre te busco, y tú siempre me encuentras, y por una vez, me gustaría saber que me necesitas tanto como yo a ti.