No me bastarán mil folios en blanco para cada sonrisa que haces que se dibuje en mi rostro, pero el miedo a que otra vez te me vayas de las manos seguirá ahí. Aún así, voy a enamorarte, que la adicción crezca hasta el límite de que sueñes conmigo despierta. Quizá es un sueño que se me queda grande, pero que nadie se atreva a llamarme cobarde, porque si hace falta me perderé a mí misma en el empeño, hasta que seamos dos.
Voy a quererte todos los días de mi vida.
Es una promesa.
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